Los pollos y los hijos
El domingo pasado mi hijo estaba esperando fila en una tienda de pollos asados. Había mucha gente y el sol imperaba en ese mediodía del mes de julio salmantino. Tenía el encargo de comprar dos pollos y una ración de patatas. Mientras esperaba, prestó atención a las conversaciones que estaba manteniendo la gente que junto él guardaba su turno.