Escuchar activamente a una persona es tratar de comprenderla sin juzgarla ni criticarla, es reflejar lo que dice y mostrarle de algún modo que hemos captado bien sus sentimientos. Por tanto, nos centramos en lo que el otro siente y expresa y le escuchamos con el interés de comprenderle.
En la educación de los hijos es fundamental activar y fomentar la escucha activa.
Condiciones de una buena escucha activa:
- Querer ayudar al otro.
- Aceptarlo como es: sin deseo de cambiarlo.
- Aceptarlo como diferente, con sentimientos y experiencias que le son propios.
- Creer que él puede encontrar por sí mismo las soluciones a sus problemas.
- Utilizar la “reformulación” que consiste en que el que escucha repite en otras palabras lo que la otra persona dijo en relación con una situación o hechos a fin de demostrarle que le comprendió bien. El foco está centrado sobre los hechos. Por ejemplo: Tú has dicho…”, “Si comprendo bien…”, “Lo que quieres decir es…”, “Es exacto decir que…”.
- Utilizar preferentemente las preguntas abiertas: se trata de una técnica que consiste en interrogar a la persona para conseguir por su parte una respuesta que contiene cierto desarrollo. Por ejemplo: “¿Qué es lo que quieres decir con…?”, “¿Cómo ves tú este tema…?”, “¿Por qué no me hablas más de…?”.
- Las preguntas cerradas. Estas consisten en interrogar a la persona a la que se ayuda para conseguir de ella una respuesta breve y precisa (sí o no). Por ejemplo: “¿Estás enfadado…?”, “¿Te sientes a gusto…?”.
Algunas de las frases o comentarios que hagas pueden constituir auténticos bloqueos para la comunicación con los hijos. Hay que formular bien lo que se quiere transmitir a los hijos.
Artículo cedido por CONCAPA.