La intolerancia hacia los bebés con alguna anomalía ha ido creciendo a medida que se utiliza el diagnóstico prenatal con la mentalidad de cribado, y gracias a una ley que permite el aborto a petición durante las 14 primeras semanas del embarazo, hasta las 22 semanas si se detectan “graves anomalías en el feto“ y después de ese límite y sin plazo alguno si el feto sufre “una enfermedad extremadamente grave e incurable”.
Así, el número de abortos realizados acogiéndose al supuesto de “riesgo fetal” se ha incrementado notablemente en las dos últimas décadas. En 2009 alcanzaba los 3.317 abortos, lo que suponía el 3% del total.
Por ejemplo, el 80-90% de los fetos que presentan síndrome de Down, son abortados.
Esta deriva ha sido analizada el artículo: El diagnóstico prenatal, la eugenesia del nuevo siglo, de Mercedes Beunza.