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Veo a nuestro Occidente como a los mayores de ese «peque» muy desentendidísimos de lo que pasa fuera de su pequeño mundo. Y faltan profetas, incluso de dentro del clero, que lo despierten de la seguridad de su siesta
¡Qué vídeo más bonito!
Ojalá este niño, y tantos otros, no pierdan las ganas de hacer el bien a los demás y caigan en la indiferencia como sus propios padres.